Que me perdonen mis trastornos celestiales.


¿Por qué si el creador no había terminado de construir el Universo, nos soltó así nomás sin saber quién nos trajo, para qué, hasta cuándo... No me parece bien, esta simple mortal, no lo hubiera hecho...

Pensemos en el hombre, en el terrícola, es al único que conozco, salió muy mal del horno celestial, un desastre, con honrosas excepciones pero con límites, has de morir, no eres eterno...

Quiero que los religiosos me perdonen mis trastornos celestiales. Es que me parecen tan funestos las fuerzas incontenibles de la naturaleza, todavía no resueltas por el hombre y dudo que sea una tarea  fácil. Si nos hubiera dejado insensibles al dolor, que el cuentecito  de Adán y Eva y el pecado original muy pocos se lo creen. Que nos evacué del planeta cuando vayan a ocurrir estos desastres: terremotos, huracanes, meteoritos, tsunamis, tornados en ciudades y en desiertos que para colmo ni agua tienen, nosotros los imperfectos terrícolas lo hacemos.

Me he pasado mi corta vida, sí corta, comparada con lo infinito y el poder de Dios o Creador, él sí es eterno, inmortal, bueno, a lo que iba, adorando a la naturaleza y a su perfección, cuando veo  un mosquito me detengo ante tanta maravilla y pienso en los números, hierros y neuronas que le ha costado al hombre construir un aparato que vuele. Hace poco que descubrió la clonación, un desafío a tantos radicalizados con ideas religiosas, timoratos, conservadores pero hasta ahí, no se han atrevido a crear uno perfecto, aunque la muerte no la puedan solucionar todavía y si alargar un poquito la juventud y hacer más larga nuestra permanencia en el planeta con eso del árbol genético y lo que ocultan, quedarnos por aquí  un poquito más ya que tanto nos gusta a pesar de los pesares.

 Todo lo que dije anteriormente forma parte  de una especie de conformismo inculcado a un gran público, muy eficaz a aquellos que no son capaces de pensar por si mismos y los medios, los políticos, los religiosos influyen de tal modo en sus pensamientos que repiten consignas que muchas veces desconocen su verdadero significado, ni el fin que persiguen sus portavoces.

 Sí creo que estos sacudimientos de la naturaleza, no son un castigo, ni  el mandato de dioses o demonios, es la vida con sus imperfecciones que está a medio construir pero lo que es cierto que nos ayudan a ser mejores, más solidarios, más sensible al dolor ajeno, menos egoístas y pensar que estamos aquí por casualidad, que somos muy frágiles todavía para meternos en tantos rollos de guerras injustas, dictaduras que esclavizan a los hombres, en enfermedades a las que podemos encontrar la cura y existen seres humanos que las detienen con fines de lucro, que el dinero es importante pero cuando hay vida y salud casi nos convertimos en inmortales, nada de tanta vanidad, egoísmo, envidias...

 Seamos empáticos el uno del otro, cuidar nuestra vida en el planeta y enfrentar a los que nos agreden y ofenden con valor y energía porque no son merecedores de compartir la vida en esta tierra que es nuestra casa que somos los dueños absolutos de la vida, del amor, de la armonía y la paz.

Que me perdonen mis trastornos celestiales

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