El poeta cubano de la angustia, Julián del Casal.




Julián del Casal, nació en La Habana un 7 de noviembre de 1863 y muere el 21 de octubre de 1893 en la misma ciudad, por cierto un mes antes había escrito a su amigo Rubén Darío describiéndole el estado delicado de su salud. Conoce al nicaragüense cuando éste viaja a La Habana en 1892 y se refuerza la amistad entre ambos, Muere el poeta y la influencia de Casal en la obra de muchos creadores modernistas se hace evidente, fue como José Martí, un renovador de la lengua castellana, iniciador de la llamada Modernidad.

Huérfano de madre desde pequeño, la cubana María del Carmen de la Lastra y Owens, natural de Artemisa en 1968 su muerte le ocasionó una herida que nunca sanó, cuando contaba 22 años, muere el padre. De una familia acomodada su vida se derrumba, la fortuna desaparece en manos inescrupulosas y quedan él y su hermana al amparo de familiares y amigos, sufrieron rigores económicos a los que no estaban acostumbrados, la hermana tuvo mejor suerte al caer dentro de una familia acomodada. Comenzó como un trabajador de Hacienda y más tarde por sus aptitudes literarias terminó trabajando en La Habana elegante, periódico de la época y vivía en un cuartucho en los altos del diario.

Carmela del Casal, su única hermana es la madre de la gran pintora Amelia Peláez del Casal, Lezama trabó una intensa amistad entre madre e hija.
Amelia no estableció con los futuros integrantes del grupo Orígenes una relación tan estrecha como la que tuvieron otros artistas como Mariano Rodríguez y René Portocarrero, aunque se sabe que realizó para Orígenes cinco portadas.Nunca hizo vida de tertulias y cafés, dedicada a su arte por entero.
  Para Lezama, Amelia Pelaez , no solo es la sobrina del poeta y lo destaca en muchas ocasiones  en  escritos referidos a la artista, no sólo el interés por el color, sino la insistencia en la iconicidad del objeto pintado, gradualmente, descubre en ella una labor de síntesis de los hallazgos plásticos mediterráneos, aplicada a la mirada sensual de lo cubano y una obsesiva búsqueda del color nacional que servía para la creación de una tradición o su sustitución por la poesía, se trataba, en lo esencial, de mostrar “un estilo de vida”


Su personalidad enfermiza nos conduce a recordar a Gustavo Adolfo Bécquer, el poeta romántico español. Casal no es un posromántico, es un renovador, cultivador de una lírica de intensa intimidad que expresa una angustia de sentido universal desde su covacha de La Habana elegante.Se le ha llamado, con razón el poeta cubano de la angustia.Tenía una personalidad introvertida y triste que se refleja en muchos de sus poemas y su frecuente preferencia por temas decadentistas.

Casal sentía una apasionada inclinación hacia la precoz poetisa, Juana Borrero, a la que cantó en redondillas, contagiados de la mortal angustia del poeta, el temperamento apasionado de Juana  y de las nuevas formas de expresión del incipiente Movimiento Modernista se convierten en dos exponentes de la poesía del momento en el continente Hispanoamericano. Ambos mueren jóvenes, ella a los diecinueve de edad, él a los 30. Vidas efímeras que dejaron sus huellas en el arte para la humanidad.

Más tarde lo recordaría Lezama en su Oda al poeta mayor que el tanto admiró.

"Los fantasmas resinosos, los gatos
que dormían en el bolsillo de tu chaleco estrellado,
se embriagaban con tus ojos verdes.
Desde entonces, el mayor gato, el peligroso genuflexo,
no ha vuelto a ser acariciado.
Cuando el gato termine la madeja,
le gustará jugar con tu cerquillo,
como las estrías de la tortuga
nos dan la hoja precisa de nuestro fin.
Tu calidad cariciosa,
que colocaba un sofá de mimbre en una estampa japonesa,
el sofá volante, como los paños de fondo
de los relatos hagiográficos,
que vino para ayudarte a morir.
.................................................."



La tarde del 21 de octubre de 1893, en la redacción de La Habana Elegante, Casal escribió como acostumbraba y esa misma noche murió súbitamente en la sobremesa de una familia amiga, en casa del doctor Lucas de los Santos Lamadrid. Un ataque de risa provocado por un chiste de uno de los presentes, se le produjo una hemorragia y sufrió la mortal rotura de un aneurisma.
Recordemos los últimos versos de la última estrofa de su poema “Nihilismo” expresa bien el estado anímico de Julián del Casal en sus últimos años:
Ansias de aniquilarme sólo siento
o de vivir en mi eternal pobreza
con mi fiel compañero, el descontento,
y mi pálida novia, la tristeza.
Por cierto estos versos los recoge Lezama en su famosa Oda al poeta.





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