24 de febrero de 1895: "Yo soy un hombre sincero" , José Martí.




Hoy 24 de febrero, no puede faltar el recuerdo a nuestros héroes incansables luchadores por la libertad de la Tierra que nos vio nacer.

La guerra necesaria como la llamó quien la organizó y reunió a los combatientes de otras guerras, luchando por sus ideales que defendió hasta su última gota de sangre. Gloria eterna al gran hombre que fue consecuente con su vida y su idearios para convocar a la lucha que se avecinaba, José Martí el cubano ilustre que no albergo odios ni envidias malsanas en su mente ni en su corazón.

En días que recordamos estas fechas de nuestra historia, se me juntan los acontecimientos y el sufrimiento de nosotros los cubanos, tras más de 50 años de penosa dictadura totalitaria, somos hijos de esa tiera que defendieron nuestros antepasados, por mucho que algunos intenten dividirnos y hablar de los de aquí y los de allá, generalmente son los odiadores de siempre los que solo abrigan en sus corazones odios y rencillas  a la humanidad, se creen superhéroes y no escatiman en calificar y echarle la culpa de todos sus errores a los demás, infelices que no saben del amor, de la fraternidad y  en la unidad de nuestro pueblo , solo division y calificativos que a ellos les viene muy bien aplicarselos.

 No podrán nunca parafrasear los versos de José martí," Yo soy un hombre sincero" porque están muy alejados de serlo, son mentirosos, calumniadores, hipócritas que predican lo que nunca han sido capaces de llevar a la práctica. Hay que cuidarse de ellos y descubrirlos a tiempo porque son astutos y engañosos , por ahí andan enarbolando banderas, hablando de Zapata, de Payá Sardiñas ya los conoceremos cuando la tiranía deje de existir, serán los primeros en reclamar su escaño y autoproclamarse los héroes de tal hazaña, por suerte son los menos pero dejan malas semillas a su paso.


En el recuerdo momentos del
ÚLTIMO DIARIO DE JOSÉ MARTÍ, HOY EN LA MEMORIA DE LA PATRIA QUE SUFRE Y ESPERA POR SUS HIJOS
Y SUS VERSOS INDISPENSABLES PARA EL RECUERDO .
  Es precisamente en el Diario de Campaña de José Martí donde su estilo llega a su culminación, no porque fuera lo último que escribió el héroe, parece limpiara el texto de ciertos atavíos, las oraciones se acortaron, aparece un lenguaje limpio , trascendental de una modernidad que lo sitúa como un gran transformador de las maneras de decir en nuestra lengua, porque fue un hombre que cambió y se adelanta a muchos escritores, incluyendo a los españoles , a la contemporaneidad que después encontramos en la Generación del 98 en España y qué decir de los modernistas latinoamericanos.



Aquí estos dos fragmentos:
El primero escrito en Versos libres y el Segundo un fragmento del Diario.

"Yo soy un hombre sincero"
Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma
y antes de morirme quiero
echar mis versos del alma.

Yo vengo de todas partes
y hacia todas partes voy,
arte soy entre las artes
y en los montes, monte soy.

Oculto en mi pecho bravo
la pena que me lo hiere:
el hijo de un pueblo esclavo
vive por él, calla y muere.

Yo he visto al águila herida
volar al azul sereno
y morir en su guarida
la víbora del veneno.

Temblé una vez, en la reja,
a la puerta de la viña
cuando la bárbara abeja
picó en la frente a mi niña.

Gocé una vez, de tal suerte
que gocé cual nunca, cuando
la sentencia de mi muerte
leyó el alcaide llorando.

Mírame, madre, y por tu amor no llores,
si esclavo de mi edad y mis doctrinas
tu mártir corazón llené de espinas,
piensa que nacen entre espinas flores.

Un verso forjé
donde crece la luz.
¡Y América y el hombre digno sea!

“No zurcí de éste y aquél, sino sajé en mí mismo. Van escritos, no en tinta de academia, sino en mi propia sangre. Lo que aquí doy a ver lo he visto antes (yo lo he visto, yo), y he visto mucho más, que huyó sin darme tiempo a que copiara sus rasgos” (Mis versos en versos libres).

“Día mambí. Salimos a las 5. A la cintura cruzamos el río, y cruzamos
por él: bayas altas a la orilla. Luego, a zapato nuevo, bien cargado, la altísima loma, de yaya de hoja fina, majagua de Cuba, y cupey, de piña estrellada. Vemos, acurrucada en un lechero, la primera jutía”.

Nos rompió el día, de Santiago de los Caballeros a la Vega, y era un bien de alma, suave y profundo, aquella claridad. A la vaga luz, de un lado y otro del ancho camino, era toda la naturaleza americana: más gallardos pisaban los caballos en aquella campiña floreciente, corsada de montes a lo lejos, donde el musgo frondoso
tiene al pie la espesa caña: el mango estaba en flor, y el naranjo maduro, y una palma caída, con la mucha raíz de hilo que la prende aún a la tierra, y el coco, corvo del peso, de penacho áspero, y el seibo, que en el alto cielo abre los fuertes
brazos, y la palma real. El tabaco se sale por una cerca, y a un arroyo se asoman caimitos y guanábanos. De autoridad y fe se va llenando el pecho.

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